lunes, 2 de agosto de 2010

lunes de ocio

empiezo a desarrollar oicofobia en estas vacaciones, necesito salir!! y llenarme de ocupaciones fuera de ella 

mi tripanofobia  persiste demasiado fuerte

no sabia que el miedo a vomitar se llamara  emetofobia

días de reflexión  no dejan mucho

hace tiempo que no sonrio y no lo había notado, pero al parecer las demás personas si

creo que eso me mantuvo reflexiva

1 comentario:

  1. K jais doña le escribi una cronica ahi abajo... lo siento me la pase leyendo a Eduardo Galeano toda la tarde de ayer... yo tengo bufonofobia.. sonria :):):):) ... agosto es el mes de la felicidad jejeje... suelen pasar cosas chidas siempre. Chau.

    Crónica del reino del arcoíris.

    Ludyvina es una bella damisela, posee una belleza sin igual en toda la comarca, sus cabellos dorados por el sol se mecen junto con los arboles al compas del viento en las tardes calurosas de verano.
    Ella es una princesa pero no lo sabe, fue abandonada a los pocos días de nacida frente a un viejo portón de madera donde vivía y vive Eduviges; su madre adoptiva. La reina de la ciudad del arcoíris (su madre biológica) hace tiempo que se olvido por completo de ella, tuvo 8 críos, 7 del rey todos hombres, Ludyvina la número 2 que a ciencia cierta la señora no sabía de qué caballero real (con los que le ponía el cuerno al rey cada tercer día) era hija la princesa y como en ese entonces todavía no se inventaba la prueba de ADN (STR) no podían saberlo, además, eso no importaba, lo que importo y la reina logro efectuar fue despistar al rey durante el embarazo y deshacerse del producto. La reina era una mujer fácil y sin conciencia (free mind and easy going), pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, aquí el punto es que la princesa toda la vida deseo conocer a su verdadera madre, a su padre o a su familia entera.
    Ludyvina por las noches miraba las estrellas acostada en la pradera llena de hierba e imaginaba el rostro de su madre, además, le gustaba creer que todo aquello que le había contado Eduviges era el relato de un malentendido, de un accidente, de un error, no quería concebir maldad en la cabeza de su verdadera madre. Ludyvina exploraba su interior, dentro de su mente y su corazón con sus pensamientos y sentimientos, ella no encontraba rencor sino perdón hacia el ser que le había dado la vida (aunque en ocasiones le era difícil creer que su madre aun se acordase de ella).
    Un día 3 de agosto por fin se dio el tan esperado encuentro en un callejón cerca de la casa de Eduviges, la reina tan despistada esperaba al cochero real sentada en su carruaje, mientras el sirviente le hacia un par de encargos. Ludyvina transitaba por la calle de enfrente y de pronto tras la pequeña ventana del carricoche miro a la reina, pero esta vez fue diferente, Ludyvina se detuvo por completo y se miraron a los ojos. La reina lo sabía, de pronto las paredes, el cielo y el suelo se comprimían hacia ella, el mundo se caía a pedazos al ver los ojos de su hija, su corazón latía fuertemente tal vez queriendo infartarse, sudaba frio, reconoció la calle, el lugar y recordó aquel día en que se olvido de ser madre como si fuese ayer. Ludyvina en cambio, sintió un fuego dentro de su alma, como si aquel momento fuese uno de esos que sabes que te cambia la vida, sintió una experiencia increíble e inenarrable al ver a la reina a los ojos, yo ya la había visto antes en los desfiles reales, debe de ser que la vi desde tan cerca y a los ojos, pensó.
    La reina se quedo en shock desde entonces, todo el mes de agosto se levantaba y se acostaba con ese mismo pensamiento y un recrudecer en su alma, un sensación de pérdida, de ausencia, de saliva amarga y de reclamo (era su conciencia que por primera vez en 19 años le hablaba al oído). Ludyvina miro las estrellas ese mismo día de agosto pero esta vez no pensó en su madre, sino en la reina y en su encuentro sin darse cuenta que se trataba de la misma persona. En septiembre la reina decidió recuperar a su hija y fue buscarla por 15 días a la misma calle pero la princesa no aparecía y su conciencia cada vez se lo reclamaba más y más.
    Al día siguiente por fin apareció la princesa, la reina la vio doblar en una esquina y se bajo corriendo de su carruaje, al llegar no la veía y pregunto a un joven, ¿no vio pasar a una damisela?, ¿cómo es? Pregunto el joven, ella es muy hermosa, tiene el cabello dorado por el sol, es única, es tan linda tan linda que me recuerda a un arcoíris.

    ResponderEliminar